Adriana Eransus Azpilicueta, gerente de AJE (Asociación de Jóvenes Empresarios y Empresarias de Navarra), es la impulsora de Labajera. Un lugar de encuentro para emprendedores, pero también el último proyecto de una persona que nunca se ha rendido
Adriana Eransus Azpilicueta es la tercera mujer en la historia de esta ciudad que ha ganado el concurso del cartel de San Fermín. Lo consiguió en 2018 después de más de 130 años sin que ninguna artista en solitario obtuviera el premio. Para ella, Pamplona debía recuperar su condición de “ciudad de luces”, en un contexto en el que solo se hablaba de la manada o del caso Alsasua. La obra mostraba a la pareja de gigantes americanos, Braulia y Toko-Toko, bailando al puro estilo La La Land, en mitad de la Place du château, bajo un romántico manto de estrellas.
La imagen que se estaba dando de la ciudad era como de un “polvorín”, tal y como describe la pamplonesa. Ganar este concurso fue un punto de inflexión para ella. Las luces que Eransus dibujaba en el firmamento pamplonés habían tenido y tendrían nombre y apellidos. Una especie de hadas madrinas que le iban a iluminar en los momentos más oscuros.
Tierra más agua
En 2012, Adriana era controller financiero en Gamesa Eólica cuando sufrió un ERE que le dejó en el paro. La joven no se lo pensó dos veces. Desde hacía tiempo fabricaba unos complementos femeninos por su cuenta: “Empecé a hacer diademas para la cabeza porque era lo que no había”. Una amiga suya, que se casaba, le propuso la idea: “¿Por qué no haces diademas y cosas para la cabeza?”. Fue una luz de estrella en la noche.
El diseño personalizado de sus obras fue un éxito, “lo que había aquí era o muy caro o era bastante disfraz”, analiza Eransus. El boca a boca cobraba cada vez más fuerza y le comenzaban a llegar encargos de tiendas referentes de toda Navarra. “Decidí emprender y monté un taller en mi casa”, recuerda con facilidad Adriana.
El volumen de trabajo comenzó a crecer y enseguida se vio desbordada. Así que abrió un local homónimo en la calle Bergamín. A nivel personal, el nuevo local rompía un difícil trayecto por el que estaba pasando la joven: “Fue un momento un poco duro porque a mi hermana le diagnosticaron cáncer, mi padre también estuvo mal y coincidió también con mi divorcio”. Pasaron los años: “Muchísimo trabajo, muchísima experiencia, pero muchas situaciones que te desbordan y en las que ves lo difícil que es montar un negocio”, se sincera Eransus. Hasta que llegó la pandemia.
Pálpito de luz
El año de la pandemia, 2020, es especialmente duro para Adriana. Encerrada en casa, con un alquiler, con muchos gastos y sin ingresos la estabilidad de su comercio se estaba debilitando: “Perdí la esperanza porque las bodas en ese momento se habían paralizado”, recuerda Eransus. Pero de nuevo, una estrella estaba dispuesta a iluminar a la joven emprendedora. “En abril, me mandaron un anuncio por un grupo de amigas que buscaban un perfil para un puesto –relata Adriana–, no ponía para dónde, no ponía para qué, pero tuve un pálpito”.
Adriana se presentó y resultó ser un puesto para gerente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), así que envió un vídeo currículum con la fortuna de ser ella la seleccionada. La joven recuerda el día en que se presentó ante la directiva de la Confederación de Empresarios de Navarra, en la que se engloba AJE. Un auditorio exigente, copado por hombres de mediana edad.
–¿Tú de dónde vienes? –le preguntaron.
– Del barro –dijo Adriana–. Sé lo que es montar algo desde cero.
Barro
La gerente de AJE rememora la dureza de los dos primeros meses de esta etapa en los que la asociación se enfrentaba a cambios en el organigrama: “La pandemia fue un tsunami para todas las personas y empresas a nivel laboral y personal”. Hubo varios cambios que, enfocados correctamente, se pueden traducir en una plantilla oxigenada y con energía. Lamentablemente, en su vida íntima, Adriana perdió a su hermana: “Decidí cerrar la tienda”.
El cielo tenía una nueva estrella y entre los nubarrones que envolvieron a Adriana volvían a aparecer tres personas de luz para devolverle su brillo. “Me cogieron las llaves de la tienda en el Tanatorio y montaron un mercadillo con todo lo que había allí”, relata una sonriente Adriana. Según Eransus, en dos días lo tenían todo vendido y gracias al dinero recaudado fue capaz de hacer frente a las pérdidas que se habían generado durante los inicios de la pandemia.
Con ganas de saborear la Luna
“Despedir a mi hermana me dolió tanto, que cerrar mi negocio pasó casi desapercibido, a pesar de ser como un hijo al que has dado a luz”. Se le juntaron dos pérdidas en muy poco tiempo. En ese momento, una estrella volvió a lucir fuerte junto a Adriana. Fue una compañera quien le ayudó con la gerencia de la asociación: “Eran unas 100 empresas asociadas y no tenía ni idea del mundo empresarial”, dice Adriana.
“Con toda la experiencia que teníamos, con toda la gente de la que nos estábamos rodeando en reuniones y encuentros, con toda la necesidad que veíamos en el día a día –recuerda Adriana–, una noche –9 de abril del 21–, todos los astros se alinearon y se me ocurrió el proyecto Labajera.
Para la gerente, Labajera es como ese cuento infantil en el que los animales quieren probar a qué sabe la luna. Varios ejemplares de diferentes especies se empiezan a organizar y la luna se ríe porque no lo consiguen. Al final, el ratón que está en la cima consigue llegar y probarla. “Podemos conseguir los sueños más difíciles, incluso cumplir aquellos deseos que a primera vista parecen inalcanzables”, concluye Eransus.
La estrella de Adriana
Adriana recuerda a su hermana y le atribuye la siembra de este proyecto en su mente: “Creo que está detrás de esta idea y que me inspiró mucho”. Nos cuenta Adriana que después de hacer Derecho, su hermana se puso a estudiar la carrera de historia en la UNED. Adriana revive cómo su hermana le hablaba de Grecia, de Roma, de esas culturas que han perdurado con su legado (democracia, arquitectura, lenguaje). “Montó un pequeño espacio cuando acabó la carrera –se enorgullece Eransus–, ella fue la primera mujer empresaria que conocí”.
Asomada en el balcón de la sede, Adriana muestra un cuadro de la Mona Lisa rotulado. Sin duda, es un símbolo del renacimiento, una imagen que significa, por encima de todo, renovación. Desde ahí arriba recuerda lo bajo que está el suelo, sí. Pero Adriana ahora vuelve a brillar, igual que brillan las estrellas de su cartel, esos luceros brillantes que hacen de Pamplona una ciudad de luces. De ese modo, desde Labajera, Adriana y su equipo buscan iluminar a otras muchas emprendedoras que se han quedado en el barro.
Adriana Eransus explica qué es Labajera
¿Qué es Labajera?
Labajera es el espacio, el centro, la familia, la cuadrilla, que ayuda a crecer a las empresas de Navarra.
El equipo de Labajera quiere que se convierta en un espacio más útil, innovador y polivalente que Navarra puede ofrecer a sus jóvenes empresas. Porque al final, juntar juventud,empleo y empresas es decir futuro.
Raíces:
¿Por qué bajera? Pues porque es un término Navarro que se utiliza solo aquí.
Es el bajo de las casas, pero es donde empieza nuestra vida laboral, empresarial y muchas veces social.
¿Cómo trabaja Labajera?
- Fomentando la economía verde.
- Incentivando la empresarialidad femenina.
- Teniendo en cuenta los avances tecnológicos.
- No olvidando a nadie y a ningún sector, que no se quede solo en unos pocos elegidos.
- Fomentando la economía verde.
- Incentivando la empresarialidad femenina.
- Teniendo en cuenta los avances tecnológicos.
- No olvidando a nadie y a ningún sector, que no se quede solo en unos pocos elegidos.
El Edificio:
Calle Mayor 59
El edificio fue rehabilitado en 2011 y pertenece al Ayuntamiento de Pamplona.
Antes tenían un despacho de 15 m2 en los edificios inteligentes. Para la foto está muy bien pero no aportaba nada a las empresas. Una asociación formada por empresas de diferentes sectores necesita espacios diferenciados, y en la calle Mayor los tienen.
Desde el equipo están muy contentos porque cada día entra un nuevo emprendedor al local.
Calle Mayor 59
El edificio fue rehabilitado en 2011 y pertenece al Ayuntamiento de Pamplona.
Antes tenían un despacho de 15 m2 en los edificios inteligentes. Para la foto está muy bien pero no aportaba nada a las empresas. Una asociación formada por empresas de diferentes sectores necesita espacios diferenciados, y en la calle Mayor los tienen.
Desde el equipo están muy contentos porque cada día entra un nuevo emprendedor al local.
Cuotas de la asociación:
16 € al mes.
16 € al mes.
Resultados:
Más de 200 asociados de todo Navarra, de todos los sectores.
La edad para ser una empresa asociada eran los 41 años, pero ahora lo hemos ampliado porque esa edad ya no tiene sentido. Cada vez se emprende más tarde, la edad media de emprendimiento en Navarra es entre 36 y 38 años.
- La cantera de la bajera, el Promesas: de los 16 hasta los 25 años.
- El primer equipo: quienes hayan emprendido de los 25 a los 49, que en verdad, la Junta Directiva de la Asociación son personas en ese rango de edad.
- Boscos: de los 50 en adelante.
Más de 200 asociados de todo Navarra, de todos los sectores.
La edad para ser una empresa asociada eran los 41 años, pero ahora lo hemos ampliado porque esa edad ya no tiene sentido. Cada vez se emprende más tarde, la edad media de emprendimiento en Navarra es entre 36 y 38 años.
- La cantera de la bajera, el Promesas: de los 16 hasta los 25 años.
- El primer equipo: quienes hayan emprendido de los 25 a los 49, que en verdad, la Junta Directiva de la Asociación son personas en ese rango de edad.
- Boscos: de los 50 en adelante.
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