Cientos de personas participaron el pasado sábado 30 de septiembre en el Mundialito Antirracista de Iruñerria (MAI). El evento tuvo lugar en las canchas deportivas de La Biurdana, que disponen de porterías y canastas y que son utilizadas diariamente por vecinos de la ciudad para hacer deporte.
El campeonato consistió en una eliminatoria de baloncesto, otra de fútbol y como novedad este año se incluyó otra de voleibol. Además de las competiciones deportivas, el programa de actividades anunciaba una comida de estilo árabe y varias actuaciones de música en directo que amenizaron a participantes y visitantes durante toda la jornada.
El Mundialito Antirracista es una iniciativa organizada por varios colectivos de Iruña. Entre ellos están Lantxotegi, Ikaskide, Haritu, Katakrak, pero también participaron, a título personal, vecinos con experiencia o militancia en grupos antirracistas. Otros colectivos como Sinarzubi han colaborado con aportaciones de objetos como balones, petos y redes de voley.
La Plazuela Online asistió al cierre del evento con el fin de recopilar los testimonios de los asistentes. En el siguiente reportaje se presenta la historia auténtica de las canchas deportivas ubicadas en ese lugar, las cuales son un ejemplo del esfuerzo mutuo y la gestión propia de sus usuarios.
Club Deportivo Biurdana
Un reportaje de Iñigo Leiva
Como si de un club deportivo se tratara, las canchas del parque La Biurdana ya han adquirido carácter de entidad propia. Lamentablemente, la oferta deportiva dista mucho de lo que unas instalaciones de pago pudieran publicitar. En todo caso, habría que describir el lugar como una gran zona ajardinada que dispone de pistas rehabilitadas por el trabajo colaborativo de sus usuarios. También habría que mencionar en el tríptico informativo, a modo de advertencia, que de realizar algún ejercicio en la zona, los usuarios no tendrían la posibilidad de acudir a ningún aseo cercano. Además, en la parte inferior, en letra muy pequeña, debería constar, seguido de un asterisco, un aviso similar a este: (*El órgano gestor no se hace responsable de los daños o gastos que se generen en los usuarios de las instalaciones).
A pesar de esta mala publicidad, la realidad es que las canchas de La Biurdana son la única alternativa al deporte para muchas personas de la ciudad. “Normalmente, hay como 200 personas haciendo deporte todas las tardes”, nos explica Diego Regalado, jugador de baloncesto que entrena en el parque. No están conformes con la gestión que el Ayuntamiento realiza para mantener las canchas en unas condiciones dignas. “Comparto estas pistas desde hace 10 años, y hay alguno que lleva viniendo desde hace 25”, nos confiesa Regalado y añade que han tenido que sacar —dinero— de su bolsillo para “apañar un poco” los desperfectos, aunque asegura que todavía falta mucho trabajo para adecentar el lugar.
Regalado jadea y suda porque acaba de terminar de hacer ejercicio. Ha participado en un torneo que ha organizado el Mundialito Antirracista de Iruñerria (MAI). “¡Súper a gusto!”, resume. “Los equipos muy bien conformados, la gente, la organización espectacular, aquí jugamos todos”, concluye satisfecho de haber participado en el campeonato. Y es que, desde la organización del evento, La Biurdana no es un emplazamiento al azar. “Porque es un espacio público, es un parque, está separado del centro neurálgico de la ciudad, del imaginario que tenemos siempre de Iruña. La periferia también cuenta”, explicaba Martín Zamarbide, parte de la organización del MAI y miembro de Haritu, que es una red de apoyo mutuo que actúa en dos líneas de trabajo, una despensa solidaria y un sindicato de la vivienda que ayudan en problemas derivados del alquiler y median con los caseros.
Con este evento, explica Zamarbide, intentan trabajar en la construcción de la comunidad. No una comunidad aislada o segregadora “como la que estamos acostumbrados”, matiza el miembro de Haritu. La iniciativa ha sido importada de otros puntos del Estado en donde ya llevan varias ediciones recogiendo buenas experiencias y sumando éxitos de concienciación antirracista. Una de las ciudades más pioneras en este aspecto es Bilbao, de donde cogieron la idea. La unión entre “colectivos y entidades de la ciudad con una experiencia antirracista previa”, añade Zamarbide, ha hecho posible una segunda edición del mundialito.
La novedad para este segundo año se encuentra en la oferta deportiva. Era cuestión lógica incluir el Voleibol en el torneo. “Aquí hay peña que juega todos los findes a Voley y de repente llegamos nosotros un sábado al año…, nos pareció buena idea incluirlo”, confesaba Zamarbide haciendo un balance del éxito al final de la jornada. Y es que para muchos ciudadanos de Pamplona-Iruña, el voleibol es el deporte materno. “Es el deporte que se juega en nuestro país, Ecuador”, explica un jugador que prefiere no revelarnos su nombre mientras lanza la pelota al otro lado de la red.
Durante la jornada, hubo otras actividades como la comida de estilo árabe anunciada en el programa del campeonato. La iniciativa surgió de dos miembros de Haritu, uno de ellos de origen marroquí y otro argelino. Ambos propusieron diseñar un guiso típico del norte de África y desde el colectivo se aportó toda la ayuda logística necesaria para llevarlo a cabo. En línea con su ideología, todo el proceso fue colaborativo y los precios populares, 5€ el plato. Pero añadía Zamarbide: “Lo último que queremos es que alguien se quede sin comer porque no tiene dinero”. También explicó que el Ayuntamiento de Pamplona, sí que daba permiso para abrir los aseos que ya existen en el parque, pero que incomprensiblemente permanecen cerrados todo el año, según aseguraban los usuarios de las pistas como Regalado y Zamarbide.
Pero qué sería de una fiesta sin música. Junto a las canchas hay una pequeña plazuela asfaltada en donde se realizaron varios conciertos para amenizar el día y sobre todo como escaparate a otro tipo de melodías pertenecientes a culturas y estilos que no suelen escucharse en Pamplona-Iruña. “La B es de bailar, la R de rechazar y la O de opresión”, explicaba Beltza, cantante de Africans BRO, justo después de terminar su concierto. Sus letras reivindicativas se acompañan de una música animada que hizo bailar a todos los presentes.
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