La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) trabaja en el desarrollo de un nuevo modelo de predicción de incendios. Hasta ahora, su algoritmo para calcular el peligro de fuego en una zona ha tenido en cuenta solo datos meteorológicos. Con el nuevo método, van a incorporar variables como la insolación de un área o el estado de hidratación de la vegetación y conseguir así una estimación más precisa de los niveles de riesgo que existen para que una masa forestal arda.
En una entrevista para La Plazuela, Peio Oria, meteorólogo y delegado de AEMET Navarra, ha contado que un grupo de especialistas, en constante contacto con bomberos y el departamento de Medio Ambiente, están realizando pruebas con nuevas variables que van a mejorar la predicción de incendios del territorio peninsular. “Lo que esperamos con este avance es refinar el índice de riesgo”, ha explicado Oria, que se ha mostrado muy ilusionado con las ventajas que va a posibilitar este sistema.
Peio Oria:
“Seguramente nos ayude a corregir y no sobreestimar el riesgo de incendio”.
Desde la agencia, ha contado Oria, trabajan para poder incorporar a las predicciones unas variables convectivas. Esto se traduce en nuevos datos que van a posibilitar, por ejemplo, el análisis de la propagación del fuego. “Según las condiciones de la atmósfera, las llamas pueden tener un comportamiento parecido al de las tormentas, como una especie de chimenea, –expone Oria–, y es en ese momento cuando su avance horizontal cambia y el poder de convección de las llamas se vuelve vertical”.
Al igual que otros países, el modelo que ha utilizado AEMET hasta ahora para las predicciones es el canadiense. Para calcular el algoritmo, utilizan una serie de datos atmosféricos recogidos de 65.000 puntos de toda la geografía peninsular. Las principales magnitudes meteorológicas utilizadas son: la precipitación acumulada porque puede hacer variar el riesgo de incendio según se tengan en cuenta, por ejemplo, las lluvias de la última semana o el último mes, la temperatura, que aumenta el riesgo, sobre todo, en verano cuando superan los 30ºC, la humedad relativa del aire, que contribuye a aportar o a reducir la humedad de una masa vegetal y por último el viento, que no solo seca la vegetación sino que influye en la propagación de los incendios.
A pesar de utilizar estos datos, Oria ha mencionado que hay veces que las estimaciones están por encima del riesgo real, según ha podido cotejar a pie de campo con técnicos de medioambiente. En este punto es en el que están trabajando el grupo de meteorólogos. Consideran que añadiendo nuevos componentes a esa fórmula matemática, como la insolación que ha recibido un territorio o la cantidad de agua que contienen las plantas de un lugar, se va a contribuir a precisar aún más lo proclive que es una masa arbórea para arder. “Cuando introduzcamos la componente del estado de la vegetación, seguramente nos ayude a corregir y no sobreestimar el riesgo de incendio”, añadía el meteorólogo navarro. Esto es posible gracias a la tecnología satelital de la agencia meteorológica con la que puede emplear la teledetección para analizar la masa forestal desde el espacio. Este análisis está en un periodo de pruebas y según ha declarado Oria, espera que estas mejoras se puedan empezar a usar el año que viene.
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